El despertar temprano en niños es un desafío común que muchos padres enfrentan. Los pequeños suelen tener un reloj biológico diferente al de los adultos, lo que puede llevar a que se despierten a horas inusuales. Los neurólogos infantiles, expertos en el sueño y el desarrollo neurológico de los niños, ofrecen consejos útiles para manejar este problema y asegurar un sueño adecuado tanto para los menores como para los padres.
Establecer una rutina consistente de sueño : Uno de los consejos más importantes que los neurólogos infantiles ofrecen es mantener una rutina de sueño constante. Esto implica establecer horarios regulares para acostarse y despertarse todos los días, incluso los fines de semana. Una rutina coherente ayuda a regular el reloj biológico del niño y a entrenarlo para dormir a las horas adecuadas.
Limitar la exposición a pantallas antes de acostarse: La luz azul emitida por dispositivos electrónicos como tabletas y teléfonos móviles puede interferir con la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño . Se sugiere evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de acostarse.
Evitar alimentos y bebidas estimulantes antes de dormir: Los alimentos y bebidas que contienen cafeína, azúcar y alimentos picantes pueden dificultar que los niños concilien el sueño .
Mantener una actividad física adecuada durante el día: El ejercicio regular durante el día puede ayudar a los niños a sentirse más cansados y a conciliar el sueño más fácilmente. Sin embargo, es importante evitar actividades físicas intensas justo antes de acostarse, ya que pueden tener el efecto contrario.
Establecer límites claros: Los neurólogos infantiles aconsejan a los padres establecer límites claros en cuanto a la hora de ir a la cama. Los niños necesitan comprender la importancia de un sueño adecuado y aprender a respetar los horarios establecidos.
Buscar ayuda profesional si es necesario: Si el despertar temprano en el niño se convierte en un problema persistente y afecta su calidad de vida, es importante buscar la ayuda de un neurólogo infantil o un especialista en sueño pediátrico. Pueden evaluar si hay problemas subyacentes, como trastornos del sueño , que requieran tratamiento.